Un día, los jóvenes de un pequeño pueblo cuyo nombre no alcanzo a recordar, hablaban sobre las pocas oportunidades que la vida les había ofrecido. Tristes y desanimados, estos jóvenes sentían que el resto del mundo no se había preocupado nunca de conocerlos lo suficiente como para demostrar todo lo que podían ofrecerle al mundo. Por ello, todos se preguntaban ¿Por qué la gente de la ciudad ha pensado siempre que nosotros no podemos llegar tan lejos como ellos?
Después de discutir durante horas sin haber hallado una respuesta convincente, los jóvenes decidieron preguntar a su maestro. Ante la pregunta de sus alumnos, el maestro sonrió y les dijo: "Queridos míos, estáis formulando la pregunta de manera incorrecta." Para hacerles entender lo que estaba pensando, el maestro continuó:
"Todas las mañanas, al levantarme, me asomo a la ventana de mi habitación durante cinco minutos para disfrutar por un momento del aire libre. Frente a esa ventana hay un naranjo, que hasta hace poco tiempo había pasado desapercibido por todos mis vecinos. Yo, sin embargo, hace tiempo que lo observo. Desde que llegó el otoño, este naranjo se quedó desvalido y sin hojas. Entonces, todos los vecinos comenzaron a pensar que era inútil que ocupara ese espacio. Nadie le prestaba atención, y si lo hacían era sólo cuando algún niño pequeño pagaba sus rabietas golpeándolo o algún perro orinaba sobre él. Pocas o ningunas de las personas que allí viven confiaban en que un día pudiera ser de utilidad.
Sin embargo, el lugar de secarse y pudrirse creyendo y absorbiendo todos los comentarios que escuchaba, con el paso del tiempo este árbol comenzó a fortalecerse más y más. Con la reciente llegada de la primavera, han brotado de él unas hojas más fuertes y resplandecientes que nunca. Ahora, todo el mundo calla, los comentarios que todos hacían sobre él han desaparecido. Y aunque mucho siguen sin saber todo lo que este simple naranjo puede ofrecerles, sólo hay que ver la sonrisa con la que salen de sus casas cuando el olor que desprenden sus flores, los jazmines, embriagan sus narices."
Por último el maestro explico a sus alumnos la enseñanza que quería transmitirles con esta historia:
" Conoceos a vosotros mismos y jamás os desaniméis, cualquier día puede comenzar la primavera. El resto del mundo tenderá a subestimaros, pero sólo vosotros mismos sabéis cuánto podéis ofrecerle al mundo".
Escrito por: El "maestro José Carlos" a sus alumnos de 6ºC.
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